10 de mayo de 2010

Viajes históricos e imaginarios II

 Después de mi breve incursión en la Sevilla de Murillo, vuelvo a la realidad y retorno sobre mis pasos pasando nuevamente bajo el busto de Don Pedro, prosigo mi camino y desemboco en la calle Águilas, la sensación al caminar por una vía que fue el Decumano Máximo de la Hispalis romana y la entrada principal de la ciudad durante siglos es apasionante, decido caminar en dirección extramuros y, tras dejar a la derecha la calle Vírgenes,me encuentro la Casa-Palacio de las Águilas con sus dos rapaces en piedra vigilando desde el siglo XVIII la calle y dando nombre a la misma. Pero mi destino final de este capitulo se encuentra algo mas adelante, como no la Plaza de Pilatos.
  Sentado junto al monumento a Zurbarán, rodeado de naranjos, dama de noche, acacias y jazmines, observo emergentes las tres palmeras que completan la jardinería de la plaza y lentamente mi mirada se centra en la fachada de la Casa de Pilatos. La figura de Don Fabrique ocupa ahora mis pensamientos, quizás el desconocimiento popular no hace justicia a la relevancia histórica del Marques de Tarifa, pues fue el quien organizó, en Sevilla, el primer Vía Crucis fuera de Tierra Santa, lo que se convertiría con el paso del tiempo en la actual Semana Santa de la ciudad. Pero no solo la faceta espiritual de este personaje ha de ser tenida en cuenta, ya que su personalidad humanista le llevo a importar a la ciudad a través de su palacio, todo el arte renacentista italiano, perdurando su huella en nuestro entorno para siempre.
  Mi imaginación vuelve a viajar en el tiempo situándome en una alcoba del palacio que tengo enfrente hace casi cinco siglos.

                         " Sevilla 1538 Palacio de Don Fadrique (Hoy Casa de Pilatos)."

-He llegado, estoy donde El estuvo, piso donde El pisó, no, no le veo, Jesucristoooooo.


El Marques de Tarifa despertó de su sueño sobresaltado y sudoroso, como tantas y tantas noches.

-Señor estáis aquí, en Sevilla, en vuestra casa-Le tranquilizó su fiel mayordomo, don Alonso de Villafranca.

-¿Qué?, ¿donde estoy?- titubeo don Fadrique-Era El, Jesucristo, estaba ahí.

Don Fadrique Enríquez de Ribera, Adelantado de Andalucía, Marqués de Tarifa, alcalde mayor de Sevilla, señor de Alcalá de los Gazules y Caballero de la Orden de Santiago, había peregrinado a tierra santa veinte años atrás, ahora a sus 62 años de edad, los recuerdos de aquel viaje le atormentaban en sus sueños, y la búsqueda espiritual que había creído encontrar con su peregrinación a Tierra Santa, se le antojaba desde su regreso a Sevilla incompleta, llevaba pues veinte años de angustia buscando en su tierra lo que no pudo traerse de Jerusalén, el Paraíso.

Don Alonso espero al pie del lecho de su señor a que este volviera a dormir, tras darle las hierbas que Nicolás Monardes, el medico de casi toda la aristocracia sevillana, le había recetado.

Don Fadrique sufría grandes dolores, preludio de una muerte que se le antojaba cercana y tan solo aquellas hierbas, traídas de las Indias, mitigaban su sufrimiento sumiéndolo en un confuso estado entre sueño y realidad.

El sueño le llevo de nuevo a Jerusalén, Don Fadrique recorrió el camino ultimo que hizo Jesús antes de llegar al Calvario, desde la Puerta de los Leones hacia el Oeste a través de la ciudad antigua y dirigió sus pasos hacia la iglesia del Santo Sepulcro, fue allí donde el peregrino, tras confesar sus pecados y participar en la Eucaristía obro su ansiado encuentro con Dios.

Don Alonso observo la relajación en el rostro del marques y supo en que punto del viaje se encontraba, tras tantas noches de vigilia junto a el, sabia interpretar perfectamente las expresiones de aquel semblante ahora reposado.

                                         " Sevilla 1520 Humilladero de la Cruz del Campo."


Entraban ya en Sevilla por el camino de Carmona, a un lado comenzaban a levantarse ya los caños de las aguas y observo Don Fabrique como entre unos álamos situados en la que llamaban huerta de los Ángeles se levantaba una cruz.

-Alonso, ¿A que distancia estaremos de palacio?

-A poco más de 2000 varas señor.

El humilladero de la Cruz del Campo, pertenecía a la cofradía de los negros (Actualmente de los Negritos), y junto a ella existía una ermita-hospital para los negros desvalidos, esclavos con deficiencias por defectos físicos o por vejez que se convertían en una carga para sus dueños, a algunos se les permitía continuar en casa de sus amos, muy pocos eran vendidos a bajo precio y el resto eran acogidos en hospitales de caridad. Don Fadrique se dio cuenta que la distancia de su casa con la Cruz del Campo, casi coincidía con los 1321 pasos que dio Jesús entre el Pretorio y el Calvario antes de ser crucificado.

-Alonso-El mayordomo noto que la voz de su señor había perdido de pronto todo el cansancio acumulado en el viaje - En cuanto lleguemos, que un criado cuente los pasos desde el palacio hasta aquí.

-¿Pero señor?-El mayordomo no siguió con su replica, pues el marques había vuelto a sumirse en el silencio aislado que le había acompañado desde que salieron de Milán en su regreso de tierra Santa.

Alonso de Villafranca era un hombre culto y se dio cuenta durante el viaje como el Marques que salió de Bornos militando en las armas, se había convertido en un militante de las letras y como este cambio se había suscitado sobre todo en su periplo italiano, la cosmopolita Venecia, Florencia donde como huésped de los Medici conoce el renacimiento, Roma donde el papa León XIII le introduce en su corte artística, Nápoles y su gran actividad comercial, Pisa, Bolonia, Génova, en definitiva Italia había reforzado su cultura humanista.

                                            "Sevilla 1539 Palacio."

-Alonso ¿lo ves?, te lo dije 1321 pasos, los mismos que en Jerusalén, Dios me manda una señal, mi casa será la primera estación y el vía crucis concluirá en, en, la cruz-La voz de don Fabrique se fue apagando- La cruz de los negros, La cruz del Campo, la, la…

-Descanse señor, el Vía crucis ya se hace desde hace 19 años, todos los viernes de cuaresma.

-Alonso, las estatuas, los tapices, los cuadros, los mármoles, las fuentes, todo esta al llegar de Italia, tenemos que colocarlo todo, tengo que mostrar a todos mi palacio.

-Mi señor, su palacio ya es objeto de admiración y ya en toda la ciudad se transforman palacios, casas, iglesias y retablos, señor marques, su ejemplo ya se extiende por todo el reino.

Era el día 6 de Noviembre de 1539, Don Fadrique Enríquez de Ribera se durmió por ultima vez, en su ultimo sueño vio varias filas de penitentes, que tras salir de su casa (la de Pilatos) y atravesando la Puerta de Carmona hacia el convento de San Agustín, cruzaban el arroyo Tagarete acompañados a un lado por los Caños de Carmona desde aquí al Prado de Santa Justa y Rufina salvando el foso del arroyo de Miraflores, El Árbol Gordo, La iglesia de San Benito de la Calzada y después entre huertas y álamos discurría la comitiva, flanqueada de cuando en cuando por una cruz de madera donde paraban a rezar, hasta el humilladero de la Cruz del Campo.

Vio después la casa de la puerta Real de Don Hernando Colon en la que destacaban la portada y las ventanas que reconoció en seguida del taller de los Aprile en Génova , las columnas, balaustrada y solería del mismo taller en casa de Juan de Almansa , las portadas de Don Pedro de Guzmán Conde de Olivares, incluso vio el patio de las doncellas del Alcázar, y vio estucos, maderas talladas, murales, azulejos y mármol, mármol blanco y revivió los días en Italia donde todo le parecía imposible y comprendió que todo aquello ya no estaba tan lejano.

Y entonces comprendió que su búsqueda había concluido años atrás en Tierra santa y que su fe viviría en Sevilla para siempre, solo entonces descanso.